El 17 de mayo del 2005 en la Fundación Vida y Luz, entidad del gobierno que acoge a reinsertados, se presentó un incidente que sorprendió a los residentes y a toda la ciudad. Un joven que en ese entonces tenía 19 años, salió del lugar hacia el hospital con su hijo de dos años y medio, quien iba sin signos vitales debido a los golpes que alguien le había causado.
En ese momento la dirección del Programa de Reinsertados hizo un pronunciamiento oficial donde afirmó que no sabía qué había sucedido, pero manifestaron su interés por aclarar los hechos y por eso dieron a conocer el caso a la Fiscalia.
Poco a poco se fueron atando cabos y se llegó a la conclusión que el propio padre, podría estar implicado en la muerte del niño. El hombre llamado Juan Carlos Güiza, desmovilizado de las autodefensas fue capturado y fue llevado a un juez de garantías donde empezó a ser investigado por el delito de homicidio agravado.
Desde el comienzo él no aceptó los cargos. En el juicio oral Fiscalia y Defensa presentaron como testigos a varias personas de la Fundación Vida y Luz, y todos coincidieron en lo mismo: el joven trataba muy mal a su pequeño y le propinaba crueles castigos. "El niño muchas veces bajaba con morados en su carita" decía el Chef de la Fundación. "Yo veía por la ventana que demoraba varios minutos bañándolo con agua fría" y "era frecuente ver cómo lo golpeaba" afirmó el vecino de la habitación.

Juan Carlos Güiza en Juicio oral
El Chef que era quien se daba cuenta de todo, recordó que el día de los hechos el papá castigo severamente al pequeño delante de todos los residentes porque el niño se vomitó sobre la mesa después de que fue obligado a comer un caldo de raíz. El joven lo golpeó y lo subió a la habitación, luego se enteraron que el niño había muerto.
Debido a estos acontecimientos para nadie fue extraño que se responsabilizara de la muerte del menor a su propio padre.
También se supo que las habitaciones de la Fundación se entregaban individuales dependiendo si había o no una conformación de un grupo familiar y unos días antes a Juan Carlos se la negaron y tuvo que seguir compartiendo su residencia, al parecer eso le causó un gran disgusto al joven padre y se desquitó con su hijo. Luego se enteraron que la mujer con quién vivía tampoco era la madre del pequeño.
En el juicio después de analizar los testimonios, el juez determinó que Juan Carlos Güiza, sí era responsable de la muerte de su hijo y por eso le dictó una condena de 38 años de prisión. La mujer que vivía con él no fue investigada porque no hubo pruebas que pudieran implicarla en las agresiones hacia el pequeño.
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