Ambos desertaron de la guerrilla y están juntos otra vez
‘Isaza’ y Yurani, una historia de amor
La compañera sentimental de alias ‘Isaza’ asegura que estaría dispuesta a irse a París con él. Según la ex guerrillera, desde hace tres años Óscar Tulio Lizcano estaba en el campamento de esa cuadrilla.
Por: Carlos Barragán/ Especial de Caracol Noticias para El Espectador

Foto / Internet
A las 10 de la mañana del pasado 26 de octubre, Yurani y dos amigas de la casa de desmovilizados que funciona en un humilde barrio de Bucaramanga se preparaban para una jornada mas de domingo, almorzando en cualquier sitio y quizá con la decisión de visitar cualquier centro comercial del centro de la ciudad, pero de un momento a otro, un anuncio que decía ultima hora en la televisión, le hizo reponer su atención en la caja de imágenes.
Y no era para menos, la periodista Marce Rojas anunciaba la liberación del ex senador Óscar Tulio Lizcano, secuestrado desde hacia 9 años por las Farc. “Lo liberaron” –dijo Yurani mientras le subía el volumen al aparato. “Yo lo conocí de regreso de Risaralda al Choco en una caminata hace como 3 años”.
Entonces decidieron prender la radio y el locutor anunció que el guerrillero que custodiaba a Lizcano había sido capturado por el comando élite del Ejército que había efectuado la operación de rescate.
Yurani se preguntó entonces quién habría caído y su memoria comenzó a echar de para atrás… A los 15 años, esta joven dejó su casa para enrolarse en las Farc “y cuando –dice ella–, me di cuenta, ya tenía puesto un uniforme verde oscuro, un fusil, botas pantaneras y me dijeron que hacía parte de la cuadrilla Aurelio Rodríguez”…
Contó que hace más de tres años, exactamente un jueves, vio llegar al campamento al ex senador, custodiado por una escuadra de carceleros (12 hombres armados y con equipo de combate). “Un día antes nos reunieron y a la ahora de hacer los ejercicios en la mañana nos advirtieron que estaba prohibido hablar con el prisionero y que al que cogieran mirándolo o escuchándolo de una vez, empezaba a cargar la leña por los próximos dos meses, un castigo que en el monte uno no está dispuesto a pagar”.
A las 12 del día su corazón se arrugó cuando la radio dijo que el capturado en la operación de rescate era alias Isaías, y que en el sitio unos nueve guerrilleros habrían muerto en los combates… “Al menos esta vivo”, pensó, mientras recordaba cómo ese joven hacia dos años y medio se le había acercado en el campamento para ayudarle a engrasar su fusil….
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“Se convirtió en mi amigo, me cuidaba y muy pronto empezamos a andar hasta que nos juntamos y nos convertimos en socios (término usado para el noviazgo en la guerrilla). Hicimos un pacto para ayudarnos y estar en las buenas y en las malas. Si había comida comíamos juntos y si tocaba aguantar, pues aguantábamos los dos”.
“Si hubiera alcanzado a desmovilizarse, estaríamos los dos”, dijo al recordar que un año atrás él fue el que le propuso la idea: “Una tarde que íbamos de comisión por una remesa, él me propuso que nos fuéramos; yo me asuste, porque una amiga me había dicho que cuando a uno le proponían eso era que lo estaban probando y que si decía que sí, fijo terminaba fusilada por traición, entonces yo le solté la mano porque sentí que me faltaba mayor confianza para decirle: sí camine, entonces él me abrazó y me dijo que era mentiras que él estaba recochando”.
Y empezó el noticiero del medio día, como era de esperarse sólo se hablaba de Óscar Tulio Lizcano y poco o nada de su compañero de guerrilla. De un momento a otro salió la foto de Isaías, era él no tenía duda, en su rostro estaba marcada una de las consecuencias de la guerra, había perdido su ojo izquierdo.
“Cada tres días yo misma, cuando le empezaba a supurar el ojo y le salía agua sangre, yo le hacía una curación. Él sufría mucho por eso y porque nunca le daban droga para arreglarle ese mal. La cicatriz la cerramos con puras hojas del monte, pero cuando le dolía el ojo, me hacía llorar a mí también”.
Entonces apareció la imagen de Óscar Tulio por una de las puertas de la Base Aérea Marco Fidel Suárez de Cali acompañado por el Ministro de Defensa, llegaron hasta donde estaban las cámaras y los micrófonos de más de 40 periodistas que aguardaban por una declaración.
Santos habló del bloqueo de las tropas, de la ubicación, del cerco humanitario y luego pronunció la frase que Yurani nunca olvidará: “El jefe de esa comisión, alias Isaza, tomó la decisión de escaparse con el doctor Lizcano, hace 3 días. Se escapó y fueron en la busca de la Fuerza Pública. Duraron recorriendo selva día y noche, hasta encontrarse con personal de la Brigada 14…”.
Yurani estalló de emoción, sus amigas que estaban en la puerta de la casa pensaron que le había pasado algo, pero cuando la vieron abrazada a una almohada lloraron con ella. “En ese momento yo brinqué de alegría, porque él no estaba capturado sino que se había volado con el doctor; yo empecé a llorar porque antes de desmovilizarme, yo había perdido la esperanza de volverlo a ver y más cuando Sebastián, encargado de la cuadrilla Aurelio Rodríguez decidió separarnos… “A mí me dio muy duro, porque me engañaron para quitarme del camino...

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Primero me mandaron con otras cuatro mujeres a una comisión de seguridad en el monte y cuando volví me dijeron que él había sido enviado a una misión y que me olvidara, porque nunca más lo volvería a ver… Así es allá, a uno le dicen que primero está el trabajo y después el amor y yo no creo en eso y por el maltrato fue que yo me desmovilicé”, dice mientras cruza sus dedos entre el canto de su piernas.
“Mis amigas me dijeron que fuéramos a almorzar, pero con esa noticia yo ni me despegué del televisor”… Pasadas las 2 de la tarde el presidente Uribe interrumpió su reunión con los cortadores de caña e hizo proyectar un video de la entrevista que hizo con Isaza. “El se llama Isaías, pero a él también le decían Isaza, allá todos lo conocen por ese apellido, aunque él es Wilson Bueno Largo.
En ese momento sus dudas se disiparon y la alegría se multiplicó, la evidencia del ojo protegido por una gasa para ocultar la herida de un tiro fusil era más que real, era él, el hombre que no había dejado de amar y de pensar pese a los tres meses de separación.
Con la propuesta del Presidente de enviarlo a Francia, Yurani ya quería irse para Cali a buscar al hombre de su vida, hasta que alguien dijo al aire, que una de las exigencias era que él pudiera irse con su compañera sentimental…
Foto / Rishard Freddy Muñóz
“Yo me mareé porque pensé que él ya tenía otra mujer allá y que se iba a ir con ella, pero como a la hora él me llamó, no sé cómo hicieron para que supiera que yo estaba aquí y me llamó. No hablamos mucho porque él estaba como ocupado, pero me dijo que le había pedido al general y al ministro que me llevaran para que pudiéramos estar los dos… Entonces pensé que sí, que sí era yo la que él estaba esperando; no perdí tiempo y empecé a empacar mis cosas que caben en una maleta y al otro día me trajeron para Bogotá”.
Yurani dice que no tiene dudas en irse con Isaza, pero que también tiene dos exigencias. “Si la ley dice que Isaza no debe nada y que se va a desmovilizar, pues yo sí quiero estar con él en Francia, pero también quiero que saque a mi familia de donde está porque yo sé que allá ellos están corriendo peligro”.
Advierte que no sabe dónde queda París. “Yo no sé donde es eso y si allá hace o no frío como aquí (Bogotá), yo lo que quiero es volver a vivir otra vez bien, aunque nos toque lejos y empezar”.
En lo único que no piensa Yurani es la anunciada recompensa de mil millones de pesos, porque dice ella: “allá tenemos que llegar a estudiar y a trabajar para salir adelante”.
Como Isaza y Yurani hay centenares de casos en la guerrilla que sólo están esperando una oportunidad para salirse del monte y tratar de volver a empezar.