Los hechos ocurrieron el 31 de agosto de 2006, hacia las once de la noche en un lavadero de carros del barrio Gaitán, en Bogotá. Un taxista llegó al lugar con sus dos hijos: un niño de siete años y una niña de cinco. Mientras él supervisaba el lavado de su taxi dejó a los pequeños jugando. Según el relato del menor, un hombre con uniforme del Ejército llegó en un carro rojo y se los llevó con engaños.
En medio del camino el agresor lanzó del carro al niño y continúo con la niña para abusarla. Las autoridades lo capturaron cuando estaba desnudo junto a la pequeña y ella se encontraba llorando porque acababa de ser violada. Por este acto el uniformado recibió en diciembre de 2006 una condena de veintiséis años. La Fiscalia también lo investigó por secuestro y la pena fue de veintiséis años.
Los padres de la menor pidieron que las penas se sumen para que el abusador reciba una condena ejemplar, pero también dijeron que en casos como estos ellos apoyan la cadena perpetua.